La verdadera función de la
escuela es la de transmitir una habilidad que sintetice todas las demás
funciones que le son propias: pensar. Después, y dependiendo del estilo y
formación del interlocutor, se añaden otros complementos al verbo pensar: "creativamente",
"críticamente" o "autónomamente".
El fin de la educación es
producir individuos autónomos, capaces de adquirir información por su cuenta,
de juzgar la validez de dicha información y hacer, a partir de ella,
inferencias racionales, lógicas y coherentes.
En este modelo de clase el
papel del docente es el de acompañar y facilitar al estudiante en su camino de
aprendizaje. Un camino que deberá ser transitado al mismo tiempo que construido
por cada individuo. La tarea del docente será estimular dicha construcción,
facilitarle las herramientas, vincularlo con el mundo, salirse del estrecho
marco de las cuatro paredes.
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